18 de julio de 1936 un Sábado  muy Caluroso




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Con objeto de aislar Marruecos, Casares ordenó el envío de unidades navales hacia la zona del estrecho de Gibraltar, para impedir el paso a la Península del Ejército de África. También acompañó el despliegue con el envío de aviones para bombardear la zona del alzamiento. Durante toda la tarde estuvo al teléfono hablando con los mandos militares y capitanías generales para asegurarse la fidelidad a la República.

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Franco llega a Tetuán para liderar el Alzamiento Nacional

El plan de los nacionales se vio inexplicablemente favorecido por las torpes decisiones del gobierno del Frente Popular. El gobierno en su afán de poner trabas a posibles levantamientos militares, no se le ocurre otra cosa que la brillante idea de destinar a Franco a Canarias. Destinado a Canarias, Franco podría entonces controlar el alzamiento desde el norte de África. Con lo cual el riesgo de que el Ejército de África fuera utilizado contra los rebeldes desaparecía; por el contrario se convertía en la principal baza de los alzados. Gran éxito el ministro Giral, que con la idea de mandar a Franco lo más lejos posibles, se lo puso en bandeja a los nacionales facilitando  a las tropas de regulares y legionarios un general con mucha experiencia y sobre todo con gran prestigio entre ellos.

Liderado por Franco, durante la  madrugada del 18 de julio, se impuso la rebelión en las  Canarias. En un comunicado radiado, saludó al ejército de Marruecos, como el “heroico   Ejército de África”; le animaba a tomar decisiones; pero el estrecho de Gibraltar iba a impedir el paso de los legionarios y regulares a la Península. Estas horas fueron las más críticas para haber neutralizado la rebelión. El Gobierno de la República no  debería  tener miedo si mantenía a los rebeldes en África  bloqueando el Estrecho de Gibraltar.  

Un grave error   del gobierno  del Frente Popular  fue ordenar bombardear  Tetuán el 18 de julio. Este sería  el primer bombardeo de la Guerra sobre población civil.  Pero para desgracia del gobierno del Frente Popular, tres de las bombas cayeron sobre el barrio moro de Tetuán,  lo que por venganza facilitó enormemente la recluta de soldados moros en Marruecos para el bando rebelde.

Este error estratégico fue hábilmente aprovechado por mandos nacionales que lograron el apoyo del Gran Visir, gracias al teniente coronel Beigbeder, del Ejército Español y al prestigio de Franco entre los líderes musulmanes de Marruecos.

 Cuando Franco llega a Tetuán el día 18 ya había triunfado la rebelión, lo que sin duda evidencia que Franco era un militar muy prudente. Una de las primeras cosas que hizo Franco en Tetuán , fue imponer al Gran Visir la Laureada de san Fernando. Curiosamente, esta fue la primera condecoración de la Guerra Civil Española. Una condecoración muy bien aprovechada por Franco con una abundante llegada de moros voluntarios al  Ejército de África.

La situación inicialmente parecía ir bien para el Gobierno. Gracias a la acción decidida un telegrafista llamado Balboa, el ministerio controló completamente la armada. Parecía que todo estaba bajo su control; no había ningún peligro. Solamente en Sevilla, un reducidísimo grupo de militares, dirigido por Queipo de Llano se movía a toda velocidad entre las estrechas calles sevillanas.

Pero la situación empezaba a cambiar  para  desgracia para la República. Por  la tarde las audaces acciones de Queipo en Sevilla y algunas escaramuzas en Cádiz, Córdoba, Málaga pusieron muy nervioso al gobierno.

Las operaciones de Queipo resultarían decisivas para la consolidación posterior del Ejército de África en la Península. Queipo utilizando la típica técnica del “agitprop” comunista,  desarrollo la capacidad de la radio como arma de guerra. Se dedicó a difundir reiteradamente por la ondas de la radio en Sevilla falsas informaciones y brutales mentiras y amenazas, pero con  gran efecto sobre la moral de los dirigentes de la República en Madrid. Con unos pocos soldados montados en  algunos vehículos militares descapotados, circulando vertiginosamente y sin parar durante horas y horas por las calles de Sevilla,  consiguió  convencer a los sevillanos de  que Sevilla estaba ya  en manos de los nacionales. 

   

Los 100  Moros de Queipo de Llano

Queipo de Llano , inspector general de carabineros,  se sublevó en Sevilla con poco más de un centenar de soldados. En aquel momento, además de seguir siendo republicano se levantó levantando la bandera de la república.. Como Queipo tenía muy claro que con un centenar de hombres no se controla una ciudad y menos una región cuna de la CNT-FAI; sube a los hombres a un camión y los pasea por las calles sevillanas.

Queipo montó en cinco camiones con matrícula de Cádiz, a los moros y legionarios procedentes de los Tercios de África, que habían llegado a Tablada en un vuelo  de Melilla en la misma mañana  del 20 de julio. Los cinco camiones, formaron un carrusel  dando vueltas y más vueltas por las calles de Sevilla.  Crea la sensación de que Sevilla había sido tomada por un enorme   ejército de  rebeldes nacionales. Realmente el 20 de julio, no llegaban a 100 los soldados africanos en Sevilla; pero eso sí, muy muy bien paseados.

   

Los primeros levantamientos militares en la Península

El 17 de julio, los rebeldes ya habían triunfado en Marruecos, el 18 en Canarias y en Sevilla ciudad. El 19 al levantamiento de Queipo en Sevilla, le siguen en Andalucía las autoridades militares y políticas de Córdoba y Cádiz; el día 20 se alzan  Granada y Almería. Fracasa el 18 en Málaga y Jaén. En Zaragoza , la capital de la CNT, se alza con gran facilidad la 5ª división al mando de Cabanellas, un general masón y republicano; le siguen   las guarniciones de la 5ª división de Calatayud, Jaca y Soria.  A la  7ª división, con sede en Valladolid ,se suma al alzamiento y también le siguen las guarniciones de  Salamanca, Segovia, Zamora, Cáceres, Segovia y parte de Ávila. También se suma la 6ª división con sede en Burgos.

Al mediodía del 19 de julio parecía que el golpe iba a triunfar en toda España, porque donde se había producido había triunfado. Pero la situación cambia el mismo 19 cuando tienen lugar los sonados fracasos del general Fanjul en Madrid y del general Goded en Barcelona; lo que para los rebeldes iba a ser un golpe de estado, una asonada militar, se convierte en una Guerra Civil

Fanjul, a diferencia de Queipo en Sevilla con muchos menos soldados, se encerró en el Cuartel de la Montaña, desde donde pretendió dominar Madrid.  El intento, terminó el día 20 con el fusilamiento de cerca de  160 prisioneros sin juicio alguno. Porque evidentemente no estaban por juzgar a nadie.

Posiblemente el levantamiento fracasa en Barcelona y Madrid por falta de jefes militares competentes o por la oposición de las fuerzas locales, como es el caso del coronel Escobar de la Guardia Civil en Barcelona.

El fracaso del levantamiento en Madrid , tiene como consecuencia el inmediato fracaso en Guadalajara, Badajoz, Ciudad Real y en Toledo; excepto el bastión del Alcázar, donde resistiría Moscardó hasta su liberación en septiembre  por las tropas de Franco Enlace a la batalla del Alcázar de Toledo

 

  Coronel Antonio Escobar Huerta

Evidentemente, lo que le debió el Frente Popular a Antonio  Escobar Huerta, nunca se lo debió a Buenaventura Durruti. A pesar de sus profundas convicciones católicas y de la represión del Frente Popular  hacia la Iglesia católica, Escobar decidió  defender a la II República hasta el final.

Al final de la guerra, durante el golpe de Casado contra Negrín, el entonces ya general Escobar y su Ejército de Extremadura aplastaron la resistencia comunista en Ciudad Real. Finalmente Escobar rindió sus tropas al general Yagüe en Ciudad Real y aunque Yagüe le ofreció una avioneta para escapar a Portugal, Escobar prefirió quedarse y compartir la suerte de sus tropas. En aquel momento, Escobar era el único general del Ejército Popular que permaneció en España. Antes ya habían huido desde el aeródromo de Monóvar (Alicante) Modesto y Lister Enlace a Batalla Final de la Guerra Civil

 

19 de julio: tres presidente de gobiernos distintos y en un sólo día


 

En Madrid, Casares Quiroga con muy buen sentido seguía  negándose a armar al pueblo. Pero a  las seis de la tarde se reunieron en el  Ministerio de la Guerra, Diego Martínez Barrio,  Indalecio Prieto, Largo Caballero y Marcelino Domingo.  En dicha reunión, Largo Caballero exigió inmediatamente armar al pueblo y el resto de los políticos progresistas republicanos dieron la callada por respuesta.

A las ocho de la tarde del 19 de julio, viendo cómo evoluciona el alzamiento, dimitía el presidente de gobierno Casares Quiroga. Azaña nombró a otro masón como presidente de gobierno, Diego Martínez Barrio (Gran Maestro del Gran Oriente Español) ,que tan sólo estaría unas horas ejerciendo dicho cargo.  Con este nombramiento, Azaña pretendía un acercamiento a los rebeldes.

 La Pasionaria, dirigente comunista, lanza por la radio un encendido discurso:

“Vibra de  indignación el país ante estos desalmados que quieren, por el fuego y la violencia, sumir la España democrática y popular en un infierno de terror. Pero no pasarán. España entera está en pie de lucha. ¡Trabajadores! El Partido Comunista os llama a ocupar un puesto en el combate para aplastar definitivamente a los enemigos de la República y de las libertades populares. ¡ Viva el Frente Popular! ¡ Viva la unión de todos los antifascistas! ¡ Viva la República del Pueblo!”

A pesar de lo que estaba ocurriendo y de lo que se decía por la radio, durante aquel fin de semana del 18 de julio de 1936, hubo normalidad en muchas ciudades  de España. Era verano y el domingo 19, muchos se fueron a la playa, hacía mucho calor y los españoles  estaban de vacaciones. Mientras tanto, en la sierra  de Madrid,  se celebraba la tradicional prueba ciclista de la Subida a los Puertos, que se adjudicó el ciclista sevillano Antonio Montes. El lunes 20 como si no pasara nada, abrieron los comercios en la mayoría de las ciudades  de España como si tal cosa. Pero  21 de julio, en Madrid, ya  se había producido  el asalto al cuartel de la Montaña con un trágico balance de muertos, fusilados y asesinados con el tiro en la nuca.

A las  12 de la noche, el gobierno ya había perdido el control del pueblo, grupos armados de sindicalistas patrullaban libremente por las calles de Madrid. El ambiente de guerra en el centro de Madrid era evidente. Por mandato de Largo Caballero, algunos militares ya habían  repartido 5.000 fusiles entre los   sindicalistas. El estado de la República se estaba diluyendo como un azucarillo en un vaso de agua

 

Martínez Barrio lo intenta con Mola

De madrugada Martínez Barrio intento un acuerdo con el general Mola. Ahora los republicanos trataban de ofrecerle un acuerdo que garantizara el orden público. En la versión del propio Mola, el general  habría respondido:

” Estoy a las órdenes de mi general don Francisco Franco y me debo a los bravos navarros que se han colocado a mi servicio. Es tarde, muy tarde. Ni a mí me respaldarían los míos ni a usted le respaldarían los suyo”.

Posiblemente Mola reconociera más la autoridad de Franco que la de Sanjurjo que moriría  al día siguiente, en un accidente de aviación cerca de Lisboa cuando se dirigía a Burgos. Tampoco es raro que el gobierno no se dirigiera a Franco, sino a Mola, el director del levantamiento. Pero en la madrugada del 18, Franco ya actuaba  como líder de la sublevación.

Martínez Barrio formó un equipo de gobierno incluyendo a ministros ajenos al Frente Popular, para que de esta forma ofreciese alguna confianza a los rebeldes. Pero los revolucionarios progresistas vieron que era  un intento de arreglo con los rebeldes. La presión en contra del gobierno en la calle fue muy intensa, con los militantes comunistas y socialistas junto con los sindicalistas, clamaban contra el gobierno. Madrid estaba tomada con camiones y coches con gente armada y banderas rojas de UHP, CNT que bramaban contra el gobierno de la república.

Martínez del Barrio, completamente sobrepasado por la progresía armada en la calle,  presentó la dimisión irrevocable e inmediatamente huyó a Valencia sin tan siquiera avisar a Azaña. Posiblemente en este momento se había consumido la Segunda  Republica y había nacido Tercera, la del Frente Popular.

El día 20 aproximadamente ya estaban definidas lo que iban a ser las dos  Españas. Mola, al fracasar el levantamiento en Madrid, no se hace con el control de todo el Norte, se quedó sin Santander, Guipúzcoa y Vizcaya.  Goded  se estrella en  Barcelona y como consecuencia fracasa en la Div. 3ª,   Valencia, Murcia y Cuenca. Aranda controla Oviedo, al igual que Sevilla, se convierte en un  islote dentro de Asturias. En Castilla la Vieja y Galicia los alzados lograr una victoria total.

   

La 3ª República: la del Frente Popular

Azaña claudicó ante los que pedían armar al “pueblo”. El 19 nombró como presidente de gobierno a José Giral Pereira (IR) totalmente partidario de armar a los militanres de los sindicatos (CNT-FAI y UGT) progresistas.

 La legalidad republicana, por decisión de Azaña, Presidente de la República, fue sustituida el 19 de julio de 1936 por una revolución anarquista, y más tarde en septiembre, por un gobierno revolucionario cuando los republicanos de izquierda fueron apartados del gobierno y los marxistas tomaron el poder liderados por Largo Caballero, cuyo cariñoso mote entre las fuerzas progresista españolas del momento era "El Lenín Español" .

 

Giral entrega las armas a los sindicatos y partidos de izquierda

Giral inmediatamente después tomar posesión del cargo, además de ordenar la entrega de armas "al pueblo progresista", saca de las cárceles a los presos comunes partidarios del Frente Popular. A las pocas horas de su nombramiento, se desató un vertiginoso movimiento revolucionario. Las armas del ejército circulaban abundantemente entre militantes y sindicalistas de izquierdas.  Las armas en manos de los milicianos  más que la defensa, pudo ser el final  del régimen del 14 de abril; ya  gravemente herido desde el golpe de estado socialista de  octubre del 34 (revolución de Asturias). En adelante los miliciano sostendrían al los gobiernos de Azaña, pero sin ninguna  autoridad real del presidente de la República. La revolución que había sido alimentada mediante continuos  titulares incendiarios en la prensa, era inevitable y por otro lado la izquierda resultó impotente ante las presiones revolucionarias de los milicianos armados hasta los dientes.

 

Esto lo cuenta el comunista Manuel Tagüeña Lacorte en sus memorias (Testimonio de dos guerras, página 111. Editorial Oasis .1973 Méjico):

 “La situación real, que podía observar el que mirase a la calle, es que había terminado la Segunda República. La sublevación militar, paradójicamente, había desencadenado la revolución que pretendía impedir y el poder efectivo estaba en manos de los grupos armados, de anarquistas, socialistas y comunistas, aunque se mantuviera formalmente el gobierno como símbolo de la legalidad republicana ante la opinión internacional. Cada grupo con sus objetivos, sus programas y sus fines diferentes y muy pronto cada uno con sus unidades de milicianos, sus policías , sus intendencias y hasta sus finanzas. En cuanto a los republicanos, habían ido barridos por los acontecimientos y muy poco iban a significar durante la guerra”

Manuel Tagüeña, con 24 años  mandó a los de 70.000 soldados  del XV Cuerpo de Ejército de la República durante la Batalla del Ebro. Matemático, físico, médico y  un gran militar. Durante la Batalla del Ebro fue el responsable  de proteger y dar cobertura al ejército republicano durante  su  retirada.

Azaña se quejaba amargamente de la pérdida de autoridad de su posición como Presidente de la 2ª República;  y sobre todo se quejó de la deslealtad de los separatistas catalanes de la Izquierda Republicana de Cataluña, ERC (Companys):

“Su deber más estricto, moral y legal  era haber conservado para el Estado  los servicios, instalaciones y bienes que le pertenecían en Cataluña. Se ha hecho lo contrario. Desde usurparme   el derecho de indulto, para abajo, no se han privado de ninguna transgresión. Asaltaron   las aduanas, el Banco de España, Montjuich, los cuarteles, el parque, la Telefónica, la CAMPSA, el puerto, las minas de potasa... ¡Para qué enumerar! Crearon la Consejería de Defensa, se pusieron a dirigir la guerra, que fue un modo de impedirla, quisieron conquistar Aragón, decretaron la insensata expedición a Baleares, para construir la Gran Cataluña...”

 

En su libro de La Velada de Benicarló, Azaña señalaba con nitidez cuál era el problema que llevaría al Frente Popular a la impensable derrota ante los rebeldes del bando nacional : 

“Proliferan por todas partes comités de grupos, partidos, sindicatos; de provincias y regiones, de ciudades, incluso de simples particulares. Todos usurpan las funciones del Estado, al que dejan inerme y descoyuntado. La democracia que había, se acabó al empezar la guerra”

El mando del Frente Popular confiaba en el fervor miliciano y en una rápida desmoralización de las tropas del bando nacional que desertarían ante el ímpetu revolucionario de los milicianos defensores de la legalidad del Frente Popular.

Los planes inicialmente previstos por los rebeldes no se cumplieron. El diseño original del alzamiento, se basaba  en  levantamientos escalonados en Marruecos y la península los días 18 y 19, lo que les llevaría a una rápida victoria en menos de cuatro días. Pero la realidad era muy distinta. Les habían derrotado ampliamente en muchas zonas de España. La derrota fue especialmente cruel en Madrid, donde el intento de sublevación fue aplastada brutalmente en el Cuartel de la Montaña

Al perder la iniciativa, los alzados tenían un futuro de color  hormiga. La posibilidad de una victoria rápida se esfumaba. Con el Ejército de África  bloqueado en el Estrecho junto con el enorme desbalance de recursos frente a sus enemigos,  les llevaría muy probablemente a la derrota definitiva muy pronto.


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El Frente Popular reinicia la persecución a los católicos en España

Un resultado  del reparto de armas a las masas progresistas fue el estallido de una persecución  contra  la  Iglesia. La persecución tuvo   proporciones  gigantescas,  superiores  a  las  de  la  Revolución francesa y a las del Imperio romano. En ella caerían en torno a 7.000 religiosos, incluyendo 13 obispos, más 3.000 laicos católicos por el mero hecho de serlo , la mitad en sólo los dos primeros meses.

A las víctimas se les mofrecía para salvar la vida a cambio de algún acto o expresión antirreligiosa, como blasfemar, pisar un crucifijo, etc., pero nunca o rara vez tuvieron éxito esas presiones,  justificando  el  conocido  verso de  Claudel,  «... et  pas  une  apostasie»  (y  ni  una  apostasía)

En los conventos eran exhumados ataúdes y esqueletos o cuerpos momificados, y expuestos al público. Muchos templos se convirtieron en cuadras o almacenes, y los altares en pesebres, y fueron frecuentes las ceremonias burlescas, con imitaciones obscenas de misas y destrucción de objetos del culto. En los cementerios solían ser quebradas las cruces y rotas las lápidas con alusiones cristianas.

La persecución también devastó un inmenso patrimonio cultural: tesoros históricos y artísticos de incalculable valor fueron pasto de las llamas: retablos, tapices, cuadros, custodias , imágenes sagradas de grandes pintores y escultores como Montañés, Salcillo,Pedro de Mena, Alonso Cano, José María Sert, y otros monumentos insignes de la arquitectura yescultura religiosas quedaron abatidos.

En la  sesión de la Diputación permanente del 16 de junio de 1936, en relación al los días transcurridos desde 16 de febrero (inicio del gobierno del Frente Popular) al 15 de junio, Gil Robles aportó estos datos estadísticos:

" 196 iglesias totalmente destrozadas; 334 muertos, 78 centros políticos destruidos, 192 huelgas generales, 10 periódicos desechos".  Ningún diputado del Frente Popular lo negó. Casares Quiroga amenaza de muerte a José Calvo Sotelo.

En la  sesión de la Diputación permanente del 15 de julio de 1936, en relación al los días transcurridos desde el 16 de junio al 13 de julio, Gil Robles aportó estos datos estadísticos:

"Incendios de iglesias, 10; atropellos y expulsiones de párrocos, 9; robos y confiscaciones, 11; derribos de cruces, 5; muertos, 61; heridos de diferente gravedad, 224; atracos consumados, 17; asaltos e invasiones de fincas, 32; incautaciones, 16; centros asaltados e incendiados, 10; huelgas generales, 15; huelgas parciales,129; bombas, petardos y lanzamientos de líquidos inflamables, 139; incendios no comprendidos los de iglesias, 19". José María Gil Robles, No fue posible la paz, Ariel, Barcelona 1968, pág. 629.

Según los datos aportados por Gil Robles en las Cortes; desde el 16 de febrero hasta días antes del levantamiento, hubo 335 muertos, 207 huelgas generales y se quemaron 206 iglesias.

El mismo 19 de julio estalla la revolución en España y las organizaciones del Frente Popular aceleran la quema de iglesias y los fusilamientos de novicios, frailes, sacerdotes y monjas de todas las edades y oficios. En Madrid ya arden más de 50 iglesias.

 



Paradójicamente, este genocidio o persecución religiosa, sería uno de los factores esenciales que más fuerza moral aportaron al bando nacional y que indudablemente ayudaron a la victoria final de la guerra. Cuando veían como los revolucionarios del Frente Popular les acosaban "hueles a cera" y les y perseguían por su fe religiosa, como les estaban matando por ir a misa; esto les animaba a resistir hasta la muerte, porque de todas formas sabían que les iban a matar.

Mientras unos iban a la guerra a morir con un escapulario en el pecho; otros iban sin otro ideal que el del partido o del sindicato. La fe religiosa tenía también una ventaja desde el punto de vista militar. Los del escapulario tenían que obedecer y morir o no, pero por un fin superior, superior a un partido. Los otros morían y mataban por diferentes modelos políticos, comunista, anarquista, socialistas; pero el bando nacional tenía básicamente la religión católica y la oposición al enemigo.

Aunque la Iglesia predicó durante la república la conciliación y el acatamiento del poder,la implacable carnicería sufrida la inclinó del lado de los rebeldes. Algunos obispos hablaron pronto  de  «cruzada» en  defensa de la  civilización  cristiana.


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